domingo, 24 de febrero de 2013

Formas únicas en el espacio (parte II)


El tiempo se consumía, como cuando las nubes se comen el azul del cielo, y la chica de ojos marrones miraba por la ventanilla del tren. 
El paisaje se le escapaba, como una pintura futurista, solo que ese incesante movimiento, a ella le inspiraba quietud, pues no era capaz de levantarse de su asiento. El día era gris y pesado, muy violento de respirar, y la chica estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por seguir existiendo en ese momento.
Al otro lado del vagón alguien se levantó, era una chica de ojos verdes, muy alta y bella. Ambas se miraron un instante y, sin saberlo, en ese momento algo se desgarró en sus miradas. Una fuerza cósmica, malvada, trazó con un movimiento de aguja sendos orificios en sus ojos, verdes y marrones, para así unirlos para siempre.
En el cielo, una nube cogió de la mano a otra, para que ellas no pudieran hacerlo y tan solo se dijeran: “hola”.


5 comentarios:

  1. A veces sobran las palabras, todo está dicho con una mirada.
    Estupendo.

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  2. Me gusta el texto, Paloma, y me gustan la pinceladas sueltas de esa pintura que se me antoja circular, donde el principio es el fin de otra cosa, como la vida misma.

    Un abrazo

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    1. Quería encontrar una imagen de cielos nublados, pero no me pude resistir a poner las carpas, tan iguales como ellas, tan cerca como las nubes.

      Gracias, un abrazo.

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  3. Muy profundo lo que escribes, me encanta ! Si no es molestia, te espero en el mio cuando gustes.. ojala me sigas asi no perderemos el contacto. suerte !

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