Hoy tengo el honor de felicitar a
Amélie Nothomb por su 45 cumpleaños, al igual que hice la pasada
primavera con Quim Monzó.
Y es que, no es sólo gracias al autor
catalán, sino también por ella, por lo que decidí que quería ser
escritora.
Esta autora belga habla japonés y
escribe en francés, por lo que muchos juegos de palabras, que le
encantan, me los tiene que aclarar el traductor. Sin embargo, a los siete años y enamorada, Amélie decretó que escribir no estaba hecho para ella, y que la literatura era un mundo podrido.
Mi primera lectura suya fue Ácido
sulfúrico, hace ya muchos años, cuando una maestra nos dio
la excepcional y única oportunidad de escoger un libro de entre
cuantos quisiéramos como lectura obligatoria.
En ese momento, mis padres acababan de
leerlo, y me lo recomendaron morbosa y encarecidamente: tiene
cosas fuertes, te gustará.
No entendí por qué había de gustarme
algo por su violencia. Leí la sinopsis: un programa de televisión
titulado Concentración, que emitía en directo las
humillaciones a la que los prisioneros (elegidos aleatoriamente) eran
sometidos a la manera de los judíos en la época del exterminio
nazi.
Pero lo que más llamó mi atención
fue que la bella e inocente prisionera CKZ 114, fuera el objeto de
deseo de uno de las kapos, Zdena.
Aunque creo que mis padres exageraron
tanto los tintes de violencia que no lo encontré para nada
repulsivo. Pero sí, me gustó.
Aunque ya no volvería a leer a Amélie
Nothomb, por unas cosas y por otras hasta pasados unos años, y fue
con una novela con la que me sentí inquietantemente identificada:
Antichrista.
Luego descubriría
que esta historia tiene mucho de autobiográfico, por lo que aquello
me unió mucho a esta autora.
A partir de ahí, mi curiosidad hacia
ella fue creciendo, sobre todo cuando llegó la lectura (que tuve la
suerte de realizar a bordo de un tren, no hay cosa más bella que
leer en tren) de Biografía del hambre, fue realmente
cuando empecé a amar a Amélie Nothomb.
Resulta que esta autora tiene tres
tipos de libros: novelas, novelas autobiográficas, y novelas con
tintes autobiográficos que, si estás muy atento puedes reconocer en
un personaje anónimo una parte de su creadora.
Resulta que Biografía del hambre
me permitió conocer a Amélie a la perfección, y enlazar datos más
tarde en toda su obra.
La sinopsis de este libro me encanta:
“[...] Amélie Nothomb explica en
este relato su vida a través del hambre y reivindica una avidez y
una glotonería en muchos registros: hambre
de lenguas, de libros, de alcohol, de chocolate, ansia de belleza y
de descubrimiento... Amélie Nothomb afirma que
tiene un apetito absoluto, un deseo jamás colmado, que no parece
tener fin [...]”.
Me la sé de memoria, siempre que es
tarde y mi amiga Sara y yo tenemos hambre,
le suelto estas palabras, y siempre me pregunta: ¿pero qué
dices? Y yo le digo: nada...
Esta mujer tuvo la excelente suerte de
nacer en Japón, aunque procede de Bruselas; sin embargo ella siempre
se ha considerado japonesa.
Pero, debido al trabajo de su padre
como embajador, se vio obligada a dejar su paraíso nipón para
marcharse a la (palabras textuales) horrible China, y después Nueva
York, Bangladesh y un largo etcétera.
Si aquí consiguió transmitirme su
amor por Japón, la lectura de Metafísica de los tubos
la avivó aún más. Y, por el contrario, El sabotaje amoroso
me confirmó la fealdad de China, no me hace falta ir a ningún sitio
para comprobarlo.
Ahora mismo estoy leyendo Ni
de Eva ni de Adán, otra de las exclusivamente biográficas.
Resulta de lo más hermosa pues, una Amélie de 21 años deja
Bruselas tras los estudios y se marcha a Japón a enseñar francés
y, al mismo tiempo mejorar su japonés.
Allí conoce a Rinri, y juntos viven
una historia de amor que parece idílica.
Pero no se limita a describir el
paisaje nipón (que parezco estar viendo en mi cabeza con todo
detalle), sino que nos remite a las costumbres que allí había en el
año 1989, que no sé si habrán cambiado mucho.
Sólo sé que me dan ganas de visitar aquel paraíso de carpas naranjas, de okonomiyaki, de cerezos en flor, de montes nevados, ciudades futuristas y palacios de hormigón.
Sólo sé que me dan ganas de visitar aquel paraíso de carpas naranjas, de okonomiyaki, de cerezos en flor, de montes nevados, ciudades futuristas y palacios de hormigón.
Por ahora he aprendido (además del
amor hacia el lenguaje y las otras culturas), que uno debería
acudir a las exposiciones por azar, con absoluta ignorancia. Alguien
desea mostrarte algo, eso es lo único que importa.
Cosmética
del enemigo (magnífico diálogo entre dos únicos
personajes), Diario de Golondrina (gracias a cuyo
asesino a sueldo descubrí a Radiohead) y Ordeno
y mando (orgía de vinos, lujos y arte en un palacio
sueco) han sido muy entretenidas, pero como ya señalé
anteriormente, creo que los finales de Amélie Nothomb no son todo lo
buenos que anticipa el principio de la historia.
Pero
mi favorita es sin duda Viaje
de invierno, cuya reseña
publiqué el pasado julio en el blog de Leo y Comento.
Estoy totalmente
conforme con el final, pero el problema es que la sinopsis lo vuelve
predecible. Es un historia de amor muy bella (situada en un
bello París), plagada de artistas contemporáneos, una de las cosas
que más le agradezco a Amélie Nothomb.
Cuando termine Ni
de Eva ni de Adán, habré leído todos los libros de ella
que hay en mi estantería, sólo falta convencer a mi padre de que,
en uno de sus pedidos de segunda mano, aparezca algún ejemplar suyo.
Hace unos días mi
hermano, aburrido por los calurosos días que estamos teniendo, me
pidió un libro, y yo le dí Cosmética del enemigo,
que devoró en un día. Me pidió otro, fue Ácido sulfúrico,
y ahora está leyendo Diario de Golondrina.
Mi hermano es reservado y poco comunicativo, pero sé que le han gustado.
Al igual que mis
padres, peco de morbosidad por entregarle los libros más violentos,
pero quiero que aprenda a apreciar a Amélie Nothomb para después
darle Viaje de invierno, que por lo que conozco a mi
hermano, ahora mismo lo calificaría de ñoño.
Le agradezco mucho
a esta autora que evoque distintos paraísos, que describa lo
necesario, que ame cada detalle, que hable sobre arte, libros y
música, que alabe a la belleza por encina de todo, y lo que más le
agradezco es esa conexión con la que me siento tan cerca de ella, y
ojalá algún día llegue a ser la mitad de buena que Amélie
Nothomb.
Hola.
ResponderEliminarPues felicidades a la señorita Nothomb por su cumpleaños y felicidades a ti por esta entrada tan currada y tan bien presentada e ilustrada (como siempre), y en la que logras transmitir tu amor por las letras en general y por las de esta escritora en particular.
Ayer, precisamente, me dejaron uno de sus libros que aún no había leído y me pongo manos a la lectura de inmediato, más que motivado por esta excelente entrada-homenaje-felicitación.
Un beso.
Creo que se transmite muy bien mi amor por ella y por los libros.
EliminarUna cosa que se me olvidó escribir y que me parece de lo más interesante (además me hace parecerme aún más a Amélie), es que esta autora colecciona tabletas de chocolate de todos los países que visita (léase "Metafísica de los tubos").
Espero que disfrutes la lectura. Mi consejo es no leer la sinopsis, será más sorprendente.
Un abrazo.
Descubrí a la Nothomb con "Ni de Eva ni de Adán", que me gustó muchísimo, y la he seguido conociendo con "Cosmética del enemigo", "Estupor y temblores", "Antichrist" (que no me gustó demasiado) y "Ordeno y mando". Tengo muchas ganas de leer "Ácido sulfúrico".
ResponderEliminarUn saludo!
Pues si las otras te han gustado, ¡"Ácido sulfúrico" no será menos!
ResponderEliminarGracias por comentar.
Un saludo.
Ay, no sé por donde empezar. "Metafísica de los Tubos" me llama mucho la atención.
ResponderEliminarYa me dirás qué te ha parecido.
EliminarGracias por comentar, un abrazo.
muy lindo homenaje.. yo sólo me leí Diario de Golondrina hasta el momento, y me gustó.. pero coincido contigo, con el único comentario que le dedicaste.. que el final no es tan bueno como la promesa del principio.. pero está muy bien escrita y tiene un estilo que me pegó muy de cerca.. en todo caso, no vine a hablar de amelie, pues tu ya lo has hecho muy bien, sino a felicitarte por tu texto.. felicidades paloma!
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