Siempre odiaré aquella
noche, la noche que él me abandonó.
También odiaré la ropa
que llevaba cuando nos veíamos, esa ropa que él nunca me quitaba,
que nunca acariciaba.
También odiaré su
silencio, le bastaba con mirarme, y nunca contestaba a mis preguntas.
Sus penetrantes ojos
negros, fijos en los míos, ahogados, desolados, desde que llegaba
hasta que me iba.
Su mirada hipnótica me
atrapaba, y a la vez me rechazaba, no lo comprendía.
Intenté acercarme más,
mientras él me vigilaba, frío e inmóvil en mitad de la noche.
Se fue justo antes de
besarme, me dejó sola, como a los árboles del bosque.
Por un momento todo se
paralizó, y las flores dejaron de oler.
La otra noche fui a verle
a las doce, nuestra hora, y no estaba.
Sentía que me caía al
suelo, cual hoja translúcida y perenne, que se desliza a través del
liviano viento de la noche.
Quise matarle, por
haberme dejado.
Me odié por haberme
puesto el vestido azul, su favorito; por haberme pintado como una
virgen, aunque no lo fuera, para entregarme a él.
Quise matarle, y arrancar
todas sus plumas marrones, descuartizarlo y envenenarlo, quise acabar
con su amor por la noche.
Me había engañado con
la luna, su fría y fiel amante.
Me había dejado sola por
y para siempre.
Este relato me ha gustado especialmente. Lo encuentro muy bello y no sé, también le veo cierto toque surrealista que me atrae mucho. Será por que siempre me decanto por las historias de amores que acaban fracasando.
ResponderEliminarPues la verdad es que este relato me ha costado mucho escribirlo, porque antes empecé con uno totalmente diferente,ya que obligatoriamente tenía que contener la palabra "búho".
ResponderEliminarLa idea que tenía en mente no salío, por lo que escribí esto en un momento de inspiración, pero algún día publicaré la idea anterior.
Me alegro de que te haya gustado, y sí, es muy surrealista, me gusta hacer las cosas así.
Si no fuera una ficción, te pediría que no te hagas daño odiando, pues el odio es un sentimiento que sólo daña a quien lo siente y no al ser odiado. Como consuelo, si fuera posible, debes comprender que te había dejado de amar antes de dejarte para siempre, cuando no te besó al marcharse, cuando no te desvestía... Un texto muy duro para una realidad durísima.
ResponderEliminarBesos, Paloma.
Suelo dotar a mis personajes ficticios de facultades como el odio, la locura, la tristeza y la ansiedad.
ResponderEliminarPuede que resulte tan duro por ser tan surrealista, pero me temo que podría estar muy próximo a la realidad, sobre todo para personas que sufran de los mismos atributos que mis condenados protagonistas.
Gracias por tus palabras, besos.
Un texto ficticio que bien podría ser real.
ResponderEliminarMuchas mujeres sienten el abandono aun estando junto a su pareja, el silencio, el no contestar a las preguntas son signos inequivocos de esa situación.
Buen fin de semana.
Sí, menos mal que es ficticio.
EliminarPero claro, nos sigue doliendo porque ocurre más de lo que pensamos.
Aunque aquí he querido evocar sobre todo a la locura.
Muchas gracias por tu comentario.
Un saludo y feliz fin de semana a ti también.