Querido diario, me llamo Paloma y tengo
siete años. Hoy es el gran día.
Llevo todo el curso enamorada de Iván.
Nadie lo sabe, ni mis amigas, ni mi madre, ni mis muñecas.
Hoy es el último día de clase, mañana
empieza el verano y nos dan las vacaciones. Iván y su familia se
marchan a Japón, no volveré a verle, y por eso tengo que decirle
que le quiero, para que se quede conmigo.
Si le digo que le quiero, no subirá al
avión; nos cogeremos de la mano e iremos a bañarnos al lago.
Esa mañana, después de salir del
colegio, Paloma tomó aire y fue hasta Iván, que por suerte estaba
solo.
-Hola.
-Hola.
-Tengo que decirte una cosa.
-¿Qué es?
-Que te quiero.
-¿Y qué?
-Pues que ya no tienes que irte a
japón, puedes quedarte conmigo, iremos al lago a nadar.
-No quiero quedarme contigo.
Iván se fue, dejando sola a Paloma.
Los niños la miraban, pero eso no le importaba, no podía dejar de
pensar en los ojos de Iván, verdes y fríos, y en sus labios al
decir: no.
Congeló esa imagen en su cabeza, se le
daba muy bien tomar fotografías mentales.
Esa tarde, Paloma salió sola, el día
era tan cálido como los abrazos de su abuela.
Querido diario: le he dicho a Iván las
tres palabras más bonitas que se le pueden decir a alguien.
También le he dicho que se quedase
conmigo, y él me ha dicho simplemente: no.
Seguramente, ya nunca más tendré
fuerzas para pronunciar estas inminentes palabras a alguien y volver
sufrir la humillación de la total y absoluta soledad.
Mi cuerpo y mi mente crecerán, pero a
ritmos diferentes, y yo dejaré las meriendas por las pastillas, para
poder ponerme los vestidos estrechos.
Cuando crezca lo suficiente y los
hombres me deseen, intentarán de mil maneras acostarse conmigo; yo
por supuesto me negaré a darles tal satisfacción y monstruos me
atacarán con su única garra detrás de cualquier bar de copas,
porque yo estaré flotando en una nube de polvo rosa.
Inevitablemente, me quedaré
embarazada, sin saber quien es el ser que sin permiso ni delicadeza
germinó mis entrañas.
Mis padres antes de calmar mis
angustias, intentarán olvidar lo sucedido presentándome al hijo de
la vecina de la prima de mi abuela, alegando que es el hombre
perfecto para mí pero, qué sabrán ellos de mi.
Querrán que nos casemos, que tenga sus
hijos y que todos los domingos, después de ir a la Iglesia, prepare
la cena, sumisa y devota.
Sin opción a elegir, saldré con ese
hombre, y él me tratará como a una reina, me hará sentir por un
momento el único ser con vida del planeta.
Hasta que un día, yo me tropezaré
sobre su puño, sin más remedio que aprender a borrar mis heridas.
Pero le perdonaré, pues fui yo en la condición de Eva la que
provocó todos los males de la tierra.
Un día llegará a casa en estado
alucinógeno, y de una paliza me dejará inconsciente.
A las pocas semanas, nacerá mi hija
muerta, pero yo me alegraré por ella, tendrá la suerte de ir al
cielo de los inocentes, de los ingenuos, de los buenos, sin pasar por
el juicio de las almas.
Después de abandonar a mi Adán, mis
padres dejarán de hablarme pues, según ellos, según el mundo y
según su Dios, siempre hay que perdonar.
Sumida en la total depresión de la
soledad, iré a buscar trabajo, seré la secretaria de algún
político corrupto, y le llevaré el café a diario, con escote y una
gran sonrisa.
Pero un día me desmayaré entre la
multitud, y despertaré en el hospital más cercano con un pecho
extirpado, ya nunca más volveré a mirarme en el espejo...
Por un momento, Paloma empieza a
temblar.
El diario está lleno de jeroglíficos
inexplicables, ni rastro de una sola palabra.
La noche empieza a caer despacio, como
una bolsa atrapada en una corriente de aire.
Paloma se levanta, ha dejado sobre la
hierba un surco humano, como una huella de vida.
Ya es hora de irse a casa, piensa. Con
su diario en la mano, se acerca a cruzar la calle.
Recuerda que mamá siempre dice que
hay que mirar antes de cruzar pero, para qué...
¡Soberbio, Paloma, soberbio! Me has llevado enganchado de la primera a la última palabra.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Gracias Francisco, tus palabras me animan mucho.
EliminarMe alegro de haberte tenido enganchado de principio a fin.
Un saludo.